LA CASA DEL VÍNCULO DE LAS GRADILLAS: LA ÚNICA MORADA DE BOLÍVAR EN CARACAS

En la Catedral de Caracas el 30 de julio de 1783 a tempranas horas de la mañana, el presbítero y doctor José Feliz Jerez de Aristiguieta, ungía los santos óleos en la cabeza de su primo hermano recién nacido, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, en señal de recibir el sacramento del bautismo. Además de sus orgullosos padres, el coronel Juan Vicente Bolívar y su madre María de la Concepción Ponte, toda la parentela incluyendo a los invitados de honor, así como a los esclavos domésticos de mayor confianza que asistieron a la homilía, nunca  imaginaron el encumbramiento que le tenía reservado la historia a aquel párvulo envuelto en su faldellín de seda y seguramente sollozó ante la pila bautismal a la que lo acercó su primo y padrino el presbítero Aristiguieta, para derramar en su cabeza el agua purificadora que lo convertía en católico apostólico romano, tras pronunciar la sublime y espiritual plegaria: ¡Yo te bautizo en el nombre del Padre, El Hijo y El Espíritu Santo!  Así no sólo se cumplía con el importante ritual religioso, sino que a la vez se resguardaban de la inquietante incertidumbre de aquellos tiempos coloniales, del “salvoconducto” espiritual que debían recibir, lo más temprano posible, todo recién nacido con el bautismo, puesto que era una creencia religiosa muy arraigada, que una súbita muerte le condenaría irremisiblemente su entrada al reino de los cielos. 

          Bolívar nació amantillado como solían decir los caraqueños a quienes la fortuna y la suerte le sonríen a lo largo de sus vidas. Aunque no era el primogénito de sus acaudalados padres para recibir el mayorazgo de sus bienes de fortuna por ser varón, lo que le tocó a su hermano mayor Juan Vicente; fue agraciado sin embargo con las ricas posesiones que le dejó su tía Luisa Bolívar jerez de Aristiguieta, en calidad de heredad por haber fallecido su hijo mayor y el segundo, quien era el doctor José Feliz, tomar el estado religioso desde muy joven. Tras circunstancias difíciles de alinearse en el destino de una persona, pero que, en el caso del niño Simón, ocurrió. Antes de haber nacido ya su tía Luisa había dispuesto que sus bienes de fortuna, se vinculasen al primer hijo de su hermano Juan Vicente que se mantenía para entonces tercamente soltero. Así que el futuro Libertador, puede afirmarse, heredó esa cuantiosa heredad pese a que existían impedimentos de mucho peso para que ello pudiera concretarse, pues al parecer, esa posibilidad estaba muy lejos de todo pronóstico favorable.

         Uno de esos bienes recibidos de la heredad del vínculo en 1786, fue la casa de la esquina de Las Gradillas, única propiedad importante que poseerá Bolívar en Caracas. Su singularidad se encontrará asociada en buena medida a la historia, por la subida impronta de su propietario, pero también en atención al lugar que ocupó está importante morada en la dinámica de la ciudad en el curso de tres siglos. El solar donde estaba emplazada la Casa del Vínculo, en sus orígenes había pertenecido a Elvira de Montes una conspicua dama a quien se le adjudicó el mencionado solar situado en el ángulo sureste de la Plaza Mayor cuando se funda la ciudad, lo que quiere decir que su propietaria la conceptuaban de poseer hidalguía, y por tanto, su distinción social estaba garantizada, entre otras razones, por ser una propietaria de casa y solar conocido; es decir, persona adinerada al igual que su consorte Francisco de Vides, que también poseía casa y solar frente a la misma Plaza Mayor, calle por medio, hacia el lado este. La casa de Vides le dio nombre a la esquina cuando se construyeron unas gradas (escalones) frente a su morada; mientras que la perteneciente a Elvira, reiteramos, serviría de cimientos a la casa que heredara Bolívar dos siglos después en 1784. Ha de comprenderse que la historia sucesoral de esta propiedad durante tan prolongado tiempo, es tediosa y complicada. De esta situación no quedará exenta cuando pase a manos de Bolívar, pero sobre todo luego que la casa entre, por así decir, en un barreno de decadencia después de la muerte del Libertador en diciembre de 1830. 

          Bolívar ocupa formalmente su Casa de Las Gradillas en 1802 cuando regresa de Madrid felizmente casado con su prima María Teresa del Toro y Alayza, y la abandonará dos años después afligido por la desgracia de haber perdido a su amada esposa por una penosa y agresiva enfermedad que acabó con su vida. No sabemos mucho de la casa antes de la infausta tragedia que enlutó al enmantillado Simón Bolívar. Algunos sostienen que esta morada intermitentemente era alquilada para sustraer una jugosa renta a importantes inquilinos, entre quienes se cuenta el mismísimo Gobernador y Capitán General Juan de Guillelmi a fines del siglo XVIII, pero quienes así lo afirman no aportan prueba alguna. En cuanto a su descripción, ciertos documentos nos dan datos fiables como son los inventarios y avalúos realizados en 1786, 1791 y 1795, respectivamente, en los cuales se incluían los muebles, obras de arte, enseres, así como el estado y precio de la casa que fue determinado luego de la exhaustiva evaluación o examen efectuado por el maestro mayor de albañilería Juan Basilio Piñango en 1795, estimándolo en 10.802 pesos sin incluir algunas reparaciones de menor cuantía. El valor se incrementaba ostensiblemente al incluir los cálculos de los demás bienes de la casa hechos por los más expertos artesanos en las disciplinas de carpintería, herrería, pintura, platería (joyero), sastrería, losa, cristalería etc., que fueron comisionados para tales tareas bajo la inflexible supervisión de Miguel José Sanz. Así es como sabemos que su fachada de amplio portón claveteado con dintel y escudo de armas, se orientaba hacia el poniente (oeste), calle real por medio, al costado este del palacio arzobispal; que la propiedad tenía ocho ventanas pintadas de verde, cuatro de éstas en su frente. El interior poseía cinco cuartos, amplio patio con jardín con trece columnas y arcadas, sala, zaguán, cocina, aljibe, corral y caballería. No hay una imagen de la casa que haya sido registrada para la memoria, a excepción a la que aparece en el famoso cuadro La Virgen de Caracas, donde puede verse parte de su construcción un poco austera en comparación al gusto de los mantuanos en eso de darle sobriedad o fastuosidad a sus hogares. En todo caso la imagen que nos ofrece el cuadro no podemos juzgarla fidedigna, porque exhibe mucha licencia de imaginación el desconocido autor de esta obra sobre todo en hacer ver muchas casas de dos pisos, algo poco usual en Caracas colonial por miedo a los sismos. Esta suerte de enigma que envuelve como era la planta y fachada de la Casa del Vínculo a la mitad del siglo XVIII, es lo que puso a volar a la imaginería popular e incluso a ciertos entendidos, dándole diversas formas hasta figurarla de dos pisos como era la que estaba justamente al lado perteneciente a la familia Aristiguieta y que tuvo en pie hasta las primeras décadas del pasado siglo XX. Son estas carencias lo que muy posiblemente explique que esta casa no entre en las descripciones que los especialistas en arte colonial, hacen de las moradas caraqueñas mantuanas en sus trabajos como es el caso de Arístides Rojas y Carlos E. Möller. 

          Bolívar se ausentó de su morada de Las Gradillas en 1804 para realizar un periplo por Europa donde encontrará una nueva pasión en su vida: la política. De regreso a Caracas en 1807, progresivamente se irá incorporando a la dinámica de la cosa pública lo que lo impulsa a involucrarse en los movimientos sediciosos en contra de las autoridades españolas acreditadas en Caracas en 1808 hasta los sucesos del 19 de Abril de 1810. De allí en adelante su participación será protagónica y decidida por la independencia de Venezuela. La Casa del Vínculo se une así a la red conspirativa que formaban otros hogares caraqueños para reuniones de los insurrectos poco antes de la formación de Junta suprema que depone a las autoridades que representan a la tambaleante monarquía en Venezuela. Muchos son los rumores en este respecto, lo que incluso alcanza los niveles de la leyenda y mitos que se conocerán en Caracas años después, como lo era, por ejemplo, la conseja atribuida a la supuesta agorera de San Jacinto, según la cual de la Casa del Vínculo salían a la media noche, figuras fantasmales con luminarias encendidas precedidas por un pendón azul y la figura de un caballo blanco. Supuestamente dicho corcel era el de Bolívar que vaticinaba su recorrido de los pueblos de América para liberarlos del yugo español. En la casa estuvo alojado Francisco de Miranda a su llegada a la ciudad en diciembre de 1810 hasta los días previos a la Declaración de independencia el 5 de julio de 1811. Será después del terrorífico terremoto del 26 de marzo de 1812 que destruyó las tres cuartas partes de la ciudad, cuando la Casa del Vínculo comience a dar señales de su paulatina decadencia, aunque no por ello deba desconocerse su figuración con la historia trágica o esperanzadora de la ciudad en los años que cursarían hasta la segunda mitad del siglo XIX.

          Caracas como capital se la disputan como codiciada presa los bandos en conflicto que aspiran al control político y militar del país. Luego de 1811 serán los realistas que promueven la caída de la llamada 1ra República; el regreso triunfal del Bolívar de su Campaña Admirable de mediados de 1813, les devolverá el mando por un breve instante hasta 1814 que retornan las fuerzas del viejo orden para posesionarse de la escombrada ciudad por el terremoto del año 1812, como apuntamos. Los patriotas deben emigrar al oriente y refundar la república en Angostura nombrándola capital. Lo interesante en esto, será hacer una síntesis de lo que aconteció en la semi destruida Casa del Vínculo en esos aciagos y estresantes años. Durante el gobierno republicano de 1811 y 1813, lo más notable que se puede decir está referido al tiempo de la 2da República cuando la municipalidad le otorga a Bolívar el título de Libertador el 14 de octubre de 1813 en el convento de San Francisco por haber liberado a Venezuela. Son muchos los homenajes al héroe y la casa pese a sus precarias condiciones, son celebrados festejos en su honor. Lo notable es que la morada es convertida en Cuartel General de operaciones tanto militares como políticas y lo más sobresaliente a lo que se le destina, en mi opinión, es el de haberse instalado el primer Consulado de Venezuela, puesto que se creía hasta hace poco que era el establecido en Angostura en 1817. En el caso de los destinos de la casa durante el último gobierno realista de Domingo Monteverde, Manuel de Cagigal, Pablo Morillo y Salvador Moxó (1812-1819), respectivamente, es que la casa fue confiscada por la Junta Superior de Secuestros y que el comisionado de la tesorería de esta institución llamado Manuel Franco, se apropió de la vivienda para residir en ella y por tanto estuvo reacio a entregarla a la municipalidad que tenía el encargo de Monteverde para instalar en esta la escuela pública de primeras letras a mediados de 1813. Es en este destino que la encontrará Bolívar a su regreso a la ciudad en agosto de 1813, tras culminar triunfante su campaña militar como indicamos. Después entre 1814 a 1821 la secuestrada Casa del Vínculo será subastada en pública almoneda, como se decía entonces, ofreciendo el Real Consulado la suma de siete mil pesos el 4 de mayo de 1816, pues según los documentos, debió invertirse otra cantidad considerable para refacciones a la casa que aún presentaba daños por los efectos del sismo que no habían sido atendidos. Esto quiere decir que cuando vuelve Bolívar a su morada de Las Gradillas después de la Batalla de Carabobo en julio de 1821, debió encontrar su propiedad en una mejor condición a como la vio en 1813.

          Bolívar se despide de Caracas al trasponer el portón de su casa de Las Gradillas a fines de 1821. Comienza lo que sería conocido como la campaña del Sur para liberar otras naciones para darle concreción a su anhelo político: La Gran Colombia. La Casa del Vínculo ha quedo al cuidado de su sobrino predilecto Anacleto Clemente y Francia, hijo de su hermana mayor María Antonia Bolívar. Anacleto es un personaje un tanto díscolo y complicado que había regresado a Caracas en 1809 después de haberse educado en Europa junto con su hermano Pablo Secundino.  El Libertador le había dejado encargado de los bienes del Vínculo de la Concepción en la cual está comprendida la casa de Las Gradillas. Esta propiedad es alquilada por Anacleto a los hermanos Francisco y Salvador Berrutia en enero de 1822, bajo un contrato que estipula una extensión de ocho años de vigencia a razón de seiscientos pesos anuales, con una cláusula especial de devolverla en las mismas condiciones en que la recibe, pero además de desocuparla de inmediato en caso de imprevisto de fuerza mayor. Lo insólito es que estos arrendatarios dedicados a las especulaciones de todo negocio, subarriendan la casa en 1825 por ochocientos pesos a la tesorería de la hacienda pública; es decir, a una dependencia del gobierno. Desde luego que en el alquiler de la casa de Las Gradillas estaba presente el lucro, lo que quiere decir que los propósitos a la que es destinada, poco importaban el hecho de que era propiedad del Libertador. Así que prevalecía el beneficio y en este sentido Francisco Berrutia la usaba para depósito de diversas mercancías, así como la tesorería hubo de emplearla de oficinas y almacén. Bolívar anuló el poder que tenía otorgado sobre la casa y su hermana María Antonia le impone la noticia de estar la casa alquilada en 600 pesos, lo que quiere decir que ignoraba el último trato que había hecho Berrutia con la propiedad por él regentada.  En 1827 hubo la necesidad de aplicar la cláusula de desalojo de la casa por el inminente arribo del Libertador a Caracas, quien se ve en el aprieto de intentar salvar a La Gran Colombia de su desmembración política. Es recibido en medio de una apoteosis el 10 de enero de ese año y ocupa su casa de Las Gradillas en la que por arte de magia no dejaron señales sus anteriores huéspedes; aunque sí el cínico Francisco Berrutia cobró a la municipalidad una buena suma de dinero que había prestado para cubrir en parte la suma que se invirtió en el banquete que esta ofreció al Libertador a su llegada a la capital. A las puertas de su casa de Las Gradillas, se cuenta que Bolívar se encontró con unas  caraqueñas ataviadas como diosas que sostenían banderitas sobre las virtudes preferidas del Libertador. Las tomó para obsequiarla a los notables que le acompañaban: A Páez le tocó la del valor, a Rodríguez Toro la libertad, a Caracas la generosidad, a Gran Bretaña la prudencia, reservándose para él la de la constancia.1 

          Sería la última vez que El Libertador ocupara la casa del doctor Aristiguieta como solía denominarla. Aparte de las tertulias y fiestas allí efectuadas con la presencia de su importante propietario, hízose también agrías o acaloradas reuniones políticas relativas a la posición que tenía ahora la clase criolla respecto a separarse de la Gran Colombia con el Gral. Páez a la cabeza de los separatistas. A estos intríngulis políticos los caraqueños la llamaron con el extraño nombre de la Cosiata. 

A principios de 1828 Bolívar abandona su Casa del Vínculo para no volver a poner un pie en ella. Fallecido El Libertador en diciembre de 1830 Anacleto Clemente hereda la propiedad al siguiente año. Parece probable que la haya ocupado en los años que le restaban a esa década puesto no hay noticias de un nuevo arrendatario. Es sólo a principios de 1840 cuando arrecia la crisis económica y política en el país que nos enteramos de la presencia de nuevos inquilinos en la Casa del Vínculo. Ahora existe la novedad que Anacleto ha dividido la propiedad en dos casas independientes; una cuyo frente da a la calle de Carabobo (Norte-Sur) y la otra con calle Las ciencias (Oeste-Este). Anacleto se encuentra insolvente y alojado en la casa de su madre María Antonia que fallece en 1842; cuando arrenda su propiedad de Las Gradillas, lo hace bajo la modalidad de la retroventa, una muy confusa disposición que permitía vender una propiedad por la mitad de lo que valía en dinero efectivo, cuya devolución de capital era el doble en un término de tiempo bastante breve. Esta era una transacción que estimulaba el agiotismo arruinaba a los productores y crispaba la crisis que se avecinaba. El caso es que Anacleto arrendó al alemán Eduardo Abrandt y luego a Guillermo Alstrup por ochenta pesos mensuales la parte correspondiente a la fachada noreste (casa N° 122) y a Eloy González la que se situaba hacia el poniente (casa N° 41) por la cantidad de cuarenta pesos de canon mensual. Para enredar más esta cuestión, la dividida propiedad en la modalidad de retroventa, se pagaba con el importe del arrendamiento a los agiotistas inversores como Ignacio Rodríguez y Tomás Aguerrevere, que habían sucedido en 1846 al alemán Jacobo Job. Así que apareció entonces en las dos casas que formaron la heredad de El Libertador, La Botica Alemana de Gradillas a San Jacinto y el negocio de una imprenta perteneciente a Valentín Espinal, de Gradillas a Sociedad.  En 1851 también se agregará el negocio de una funeraria junto al local de la botica que pertenecía a Guillermo Alstrup. Así llegara 1858 que fue el comienzo de la Guerra Federal y el fin de la posesión de la propiedad de Las Gradillas en manos del ya legendario Anacleto Clemente Francia y Bolívar, a quien los historiadores están en deuda de elaborar una biografía, pues de este personaje sin duda interesante, conoceremos también la historia de Caracas y las vicisitudes que le tocó vivir en la ciudad hasta fines del siglo XIX. 

Es en el año de 1858, cuando la Casa del Vínculo es adquirida por el Doctor Modesto Urbaneja por la cantidad de trece mil pesos, aunque en el documento de compra venta, señala que el valor real de la vivienda es de siete mil. Como vimos entonces, Anacleto fue capaz de sortear las angustiantes dificultades que debió confrontar con sus recurrentes insolvencias financieras, usando como una suerte de talismán la Casa del Vínculo que por heredad recibió en 1786 su tío el amantillado caraqueño llamado Simón Bolívar y que se conocerá la historia a partir de 1813 como El Libertador. 

          La Casa del Vínculo en lo que respecta a la segunda mitad del siglo XIX que está por transcurrir, deja de tener importancia en el entendido que su vieja estructura de los inicios del siglo XVIII, es totalmente intervenida por el nuevo propietario el doctor Urbaneja para la construcción de ocho locales comerciales. Esto quiere decir que la historia de la emblemática casona llega a su fin, para darle paso a lo que acontezca en la pintoresca y vernácula esquina de Las Gradillas, que a partir del último tercio de ese siglo XIX, se encumbra como la esquina más importante de la ciudad, al representar todos los cambios que la ciudad experimenta en materia de modernización. Es el sitio por excelencia donde converge lo nuevo con lo viejo, como por ejemplo los tranvías de Caracas y los vehículos con las recuas de los arrieros que dejan atadas a las argollas empotradas a las aceras, o bien con los coches desvencijados por el tiempo que aún circulan en la ciudad. Todo ello hace figurar la entrada del siglo XX en Caracas, con una inusitada fuerza que la transfigura totalmente hasta dejar ese pasado atado al mundo agrícola y pastoril, a otro marcado por la motorización, el trafago de los caraqueños acicateados ahora por el apremio del tiempo, otros modos de pensar, nuevas necesidades y la búsqueda de su futuro en otros derroteros. La esquina de Las Gradillas posee todo lo pintoresco de la ciudad, pero al propio tiempo exhibe el “virus” del cambio en los locales y actividad comercial que en ellos se practica. Hay de todo que sea capaz de saciar los más voraces y refinados gustos; pero también es lugar donde el hambre, la miseria y la pobreza exhibe sus fauces representado en todos aquellos necesitados que pululan en la ciudad y los atrae o deslumbra lo que hay en Las Gradillas. Así mientras en esta esquina ilumina los nuevos y prósperos tiempos, languidece el recuerdo de la Casa del Vínculo en la memoria de los caraqueños. Todo concluirá cuando en 1910 el hombre de negocios Víctor Mendoza, adquiera todos los locales de la vieja sucesión Urbaneja y cuatro décadas después, levente dos edificios de oficinas muy a propósito para la efervescente ciudad metropolitana que se convierte Caracas hacía principios de los años cincuenta del pasado siglo XX. Se trata de los edificios Víctor y José Mendoza que cubre toda la extensión donde estuvo emplazada la única propiedad importante que tuvo el Libertador en la ciudad, y que como vimos, heredó a muy temprana edad por vía del mayorazgo o vínculo conocido como de La Concepción en 1786. 

         Desde el año 2012 la alcaldía de Caracas pretendió vender la idea a los caraqueños que habían rescatado y restaurado la Casa del Vínculo, dándole el extraño nombre de la “Casa del Eterno Retorno” Sobra decir que esto es una estafa más, de todo lo que han hecho desde las instancias gubernamentales, los responsables del manejo de la propaganda oficial en materia de patrimonio histórico y difusión de la historia. La llamada “descolonización del pensamiento”, auspiciado desde la truculenta “historia insurgente” promovida por las autoridades de la alcaldía de Caracas, es una afrenta a la conciencia histórica de los caraqueños y todos los venezolanos. Ese supuesto rescate sirvió para todo lo impropio, menos para la verdad que nos merecemos los caraqueños en la valoración del pasado de la casa de El Libertador en la ciudad. Con la indiferencia de los toreros, sin duda vimos aquellos pomposos titulares del órgano oficial de la alcaldía llamado “Ciudad Caracas” anunciando haber rescatado la casa y descubierto una moneda de tiempos de la Guerra Federal, o bien que se le había practicado el análisis del carbono 14 a un ladrillo de aquellas ruinas, que podía fecharse en los tiempos de la resistencia indígena de mediados del siglo XVI; también que allí se había establecido una imprenta donde se publicó el acta de la firma de la independencia en 1811, cuando el impresor Valentín Espinal estableció su negocio en Las Gradillas en 1852.  Esas mediocres mentiras se exhiben como pruebas irrefutables sobre la “autenticidad” de la casa que dejó de existir a mediados del siglo XIX, además de presentarse como “paladines” de una inequívoca gesta epopeyica y patriótica que se atribuyeron, asimismo, los perpetradores de este incalificable fraude de intentar proyectar mentiras a la nada ingenua conciencia histórica de los caraqueños. Ignoran que la historia tiene sus señas de identidad.       

____________________

FUENTES:

Núñez, E. B. (1991). Figuras y estampas de la antigua Caracas. Monte Avila Editores. P. 21


Por Guillermo Durand G.
VI Cronista de la Ciudad


En el rectángulo del cuadro la Virgen de Caracas, puede apreciarse la única imagen disponible de la Casa del Vínculo cerca del año de 1767. Esta propiedad la hereda el futuro Libertador en 1784 cuando apenas tenía un año de vida. Autor anónimo. 



Comentarios

  1. Hola Guillermo

    Dices en tu artículo: “El solar donde estaba emplazada la Casa del Vìnculo, en sus orìgenes había pertenecido a Elvira de Montes, una conspícua dama a quien se le adjudicó el mencionado solar, situado en el ángulosureste de la plaza mayor cuando se funda la ciudad … es decir, persona adinerada, igual que su consorte Francisco de Vides, que también poseía casa y solar frente a la misma plaza mayor, calle en medio hacia el lado este.”

    Por los datos que manejamos, parece haber sido al revés. Elvira de Montes habitaba el solar de Gradillas noreste (NE) y Vides calle en medio al sur, en Gradillas sureste (SE).

    Elvira de Montes no vivía en Santiago de León al momento de su fundación, sino en Caraballeda, de donde su segundo marido (casó tres veces), el capitán Francisco Sánchez de Alvarado fue regidor y alcalde como vecino de la fundación de esta ciudad costera. Por otro lado, Francisco de Vides ni siquiera era capitán cuando se le otorga solar en 1568, por lo que es dudoso que Losada premiara a este soldado con tal solar, habiendo pretendientes más notorios en el reparto de los solares fundacionales.

    Es posible que el solar de Elvira de Montes en Gradillas noreste haya sido otorgado al capitán Diego de Montes, que consta participó en la jornada de conquista de Caracas y, como amigo de Losada y veterano conquistador desde tiempos de los Bélzares, recibiera este principalísimo solar colindante con el solar de la iglesia mayor.

    ¿Qué relación familiar había entre Diego de Montes y Elvira de Montes Mateos? Lo ignoro, aunque la identidad de apellidos es muy sugerente. Es de notar que una hija de este veterano conquistador Diego de Montes se llamó también Elvira. Francisco Sánchéz de Alvarado era hermano del contador real Diego Gómez de Alvarado, fallecido hacia 1560 en El Tocuyo o Barquisimeto, y para ocuparse de sus bienes y herencia llegó ese año de 1560 Sánchez de Alvarado a Venezuela, procedente de España.

    Diego de Montes no queda en Santiago de León luego de la partida de Losada en 1568, y Leonor de Montes y su acaudalado marido pasan a ocupar el solar vaco de Montes en Gradillas noreste en los años siguientes; consta que habitaban en Santiago de León desde 1572, al menos. Consta que Sánchez de Alvarado en 1578 era mayordomo de la iglesia mayor, como vecino colindante con este templo…

    Un indicio de quién era la verdadera dueña del solar de Gradillas noreste es que el solar oriental al suyo, colindante por el este, en San Jacinto noroeste (NE), quedó en propiedad de Elvira de Montes al morir la mujer de Agustín de Ancona (hacia 1571), hermana de Elvira, y pocos años después fallecer el mismo Agustín de Ancona, habitantes de este solar. Aunque Ancona volvió a casar y tuvo de esta última unión descendencia, ni su mujer ni sus hijos heredaron el solar de San Jacinto noreste, que pertenecía a Elvira de Montes y posiblemente lo había dado a su hermana para que habitara con Ancona cuando Ancona emigra también de Caraballeda. Era de Elvira este solary así consta por datos posteriores.

    Al morir Francisco Sánchez de Alvarado, doña Elvira casa por tercera vez con su vecino calle en medio al sur, Francisco de Vides, hacia 1579. No es factible que Vides haya habitado en Gradillas suroeste, visto que este solar estuvo habitado por Diego de los Ríos desde muy temprano, según consta, y en cambio el probable solar de Vides en Gradillas sureste -que es el solar de la Casa del Vínculo- estaba habitado por la hermana de Elvira desde que enviudó, a fines del s. XVI, lo que induce a pensar que doña Elvira y su marido Vides habían permitido a esta hermana de Elvira habitarlo.

    ResponderBorrar
  2. Gracias por esta enorme e importante información. Saludos desde la Catedra de Historia d e la Medicina UCV. Profesor José Padilla. julio 2021.
    Tengo una duda creo que la casa natal del Libertador fue de dos pisos hasta el terremoto de 18123, por favor si sabe algo al respecto me informa por mi correo, eso lo sospecho por la entrevista a la "Negra Matea". Saludos.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares