JOSÉ RAFAEL LOVERA Y ARMANDO SCANNONE, DOS CARAQUEÑOS NOTABLES Y LOS NUEVOS RETOS DE LOS HISTORIADORES PARA ENTENDER EL COLAPSO DE LAS TRADICIONES DE LA CULTURA CULINARIA VENEZOLANA.

 

IN MEMORIAM.

 

JOSÉ RAFAEL LOVERA Y ARMANDO SCANNONE, DOS CARAQUEÑOS NOTABLES Y LOS NUEVOS RETOS DE LOS HISTORIADORES PARA ENTENDER EL COLAPSO DE LAS TRADICIONES DE LA CULTURA CULINARIA VENEZOLANA.


En los pasados mes de octubre y diciembre del año que está por culminar fue noticia de duelo y pesar, las sensibles partidas de los eminentes caraqueños José Rafael Lovera y Armando Scannone. Nacido el primero en en la parroquia de Altagracia el 12 de febrero de 1939, el segundo vino al mundo mucho antes el 22 de agosto de 1922 en la parroquia de Santa Teresa. Ambos habrá de unirlos su pasión por la historia, pero particularmente una que antes de ellos, no había sido objeto de las atenciones adecuadas que reclamaba la sociedad venezolana, y muy especialmente la caraqueña: la historia de la cultura culinaria. El legado de uno y otro hoy se nos hace un referente indeleble, al estar hoy la alimentación de este pueblo, seriamente amenazada por la despiadada crisis humanitaria que afecta a nuestro país, puesto que existe el peligro, advertido por el propio José Rafael Lovera, de que las nuevas generaciones nacidas en las dos primeras décadas del presente siglo, pierdan conexión con la historia y tradiciones culinarias que nos legó el pasado, e hizo posible la aparición de patrones en los gustos alimentarios, que dejaron tanto la permanencia como los cambios en nuestra forma de comer y el modo de preparar condumios los venezolanos, sus preciadas huellas desde el ancestral fogón hasta las sofisticadas cocinas que existen en la actualidad. En una palabra, es nuestra cultura culinaria que ya comienza a hacer crisis aguas arriba, con el colapso de la producción de nuestros géneros alimenticios (agrícola), como aguas abajo, con la consecuente desaparición de tradicionales platos en las mesas de los venezolanos, perdiéndose así su tradición.

Creo que el mejor homenaje que puedo ofrecer a la memoria de Lovera y Scannone, es poner en perspectiva el tamaño o dimensión de los esfuerzos que cada uno invirtió en esa titánica labor que coincidía en propósitos; es decir, la idea de exhumar la historia oculta bajo el olvido involuntario o la negligencia imperdonable, para resolver parte de los enigmas que envolvían el conocimiento de la historia de la alimentación y gastronomía en nuestra capital y país. No es posible valorar esta magnitud, si no invocamos la advertencia arriba citada de lo dicho por el profesor José Rafael Lovera, en torno a la ruptura o desconexión que actualmente apreciamos, entre el presente y el pasado, en torno a la materia de de las costumbres alimentarias, con el inminente riesgo de la pérdida de la memoria gustativa, que no será posible recrearla en una suerte de “museo gastronómico” donde pueda acudirse a probar la sensación de sabor que produce al paladar un pabellón criollo en sus diversas presentaciones. Sería lo mismo, por ejemplo, que nos pusiésemos a imaginar a qué sabía la afamada torta Bejarano que hacían y vendían las conocidas hermanas pardas Eduviges, Magdalena y Belén a fines del período colonial caraqueño, si los estudios del profesor Lovera y la divulgación tanto de las recetas como la forma de preparar esas tortas del doctor Scannone, no se hubiesen publicado tras el esfuerzo de ambos académicos. Tal vez las Bejaranos pasaron a la historia más por su “insolencia” de pretender aspirar a ser personas blancas, que por la fama que alcanzó su delicioso dulce caraqueño, amparadas en una dispensación social llamadas Cédulas de Gracias a sacar en 1795 y la fortuna que generó la venta de sus tortas. El caraqueño del siglo XIX e inicios de la pasada centuria (XX), se interesaron más en el chisme sobre si en verdad el Rey al conocer el escándalo de las pardas en la ciudad de Caracas, argumentó de manera definitiva en su sentencia para zanjar este caso: “Téngase por blancas aun siendo negras y guárdese perpetuo silencio” Sobre el sabor y la forma de preparar el agraciado dulce, nada o poco se sabía hasta la aparición de los sistemáticos trabajos de estudio y divulgación de Lovera y Scannone.

Los caraqueños nacidos antes de principios del actual siglo, tal vez no se percaten conscientemente de los peligros que acechan sus mesas y gustos por comer bien y sanamente. La desesperación en las amas de casa de los barrios de la ciudad, sin excluir incluso algunas zonas de clase media, han comenzado un tormentoso trabajo de “alquimia” culinaria, tratando de rescatar, por sustitución, sabores de géneros tradicionales que no están al alcance de su presupuesto, o peor aún que ya no existen. Un kilo de las otrora humildes caraotas se encuentra por encima de los tres dólares y un salario mínimo semanal de un obrero del sector público, sólo alcanza a cinco verdes del imperio. Las haciendas y hatos que fueron confiscados por la supuesta revolución, hoy nada producen y, por tanto, tales caraotas se importan mayormente junto al maíz, privando a las mayorías de su principal producto de consumo a un precio razonable. La agroindustria que fue tan prospera a partir de la segunda mitad del pasado siglo XX, está en una situación agónica por la desinversión, la competencia desleal y el desmantelamiento de su capacidad productiva. El granero de Caracas (Llanos centrales) ya dejó de atender sus necesidades y satisfacer sus variados gustos. El impacto de este asunto es tan significativo, que fue objeto de reseña en el informe que presentó a la OEA en el 2018 el Comisionado de los Derechos Humanos, ante la obvia sospecha que Venezuela vivía una crisis humanitaria por la falta de alimentos y propagación del hambre. La supuesta soberanía alimentaria tan cacareada por la ideología del Socialismo del Siglo XXI, ha dejado una larga cauda de corrupción, negligencia, fracasos y actuaciones que contrarían las disposiciones constitucionales en materia de alimentación y derechos ciudadanos. De ello devino que, en la ciudad se viese a diario las dantescas escenas de gestes aglomeradas en las afuera de los restaurantes, buscando como alimentarse de los desperdicios, algo que de inmediato prohibió el gobierno obligando a esos negocios a sacar los desechos en horas que evitase la presencia de aquellos espectáculos escalofriantes.

En un interesante trabajo de la periodista Anabella Abadí M., publicado por Prodavinci, encontramos unos datos muy importantes que nos ilustran sintéticamente esta problemática de contenido social, que ha sido manipulada políticamente por el gobierno a los fines de sacar, cuesta creerlo, réditos a esta insólita y lamentable situación: “Aunque no sorprende, [nos dice] resulta por demás interesante notar que la llamada soberanía alimentaria ha sido una materia discursiva del Socialismo del Siglo XXI. Incluso, la primera de las misiones sociales y la más reconocida entre todos los programas sociales -al menos hasta el 2015- fue precisamente la red Mercal que luego se transformaría en la Misión Alimentación al sumársele las Casas de alimentación (creadas en el 2004) PDVAL (creada en el 2008) y la cadena Abastos Bicentenario (creada en 2010).

La Misión Alimentación que pasó de tener 1.625 establecimientos en el 2003 a tener 20376 en el 2015, a la fecha prácticamente ni se nombra. En contraste, los llamados CLAP han tenido y han cobrado fuerza política, (…) ¿Beneficio social o herramienta de control político? Las cifras disponibles (públicas y privadas) permiten decir que, si bien el Gobierno Central afirma haber distribuido gran cantidad de de alimentos a precios solidarios, los principales beneficiarios no fueron las poblaciones más vulnerables. Más aún, la red pública de distribución de alimentos muestra fallas operativas importantes, por acción y omisión, y los modelos de distribución de alimentos no siguen criterios técnicos de eficiencia o equidad alguno. Se puede por lo tanto alegar que el Gobierno central ha venido promoviendo una política de dependencia económica de las poblaciones más vulnerables con el Estado, para garantizar su apoyo político a cambio de beneficios sociales. En este sentido la red pública de distribución de alimentos ha sido clave”

No queremos pensar que con este dramático y rocambolesco cuadro de hechura revolucionaria sobre la “soberanía alimentaria” se haya detenido la urgente, necesaria y pertinente tarea de investigación que realizaron Rafael Lovera y Armando Scannone, según sus inclinaciones. Esta labor fue llevada con tenacidad para la búsqueda y sistematización de fuentes, así como con la paciencia de un monje budista, que les permitió honda reflexión para entender científicamente la complejidad de los problemas que plantearon los enigmas de las costumbres alimentarias, tanto en Caracas como en toda Venezuela, a lo largo de épocas pasadas. Hoy existe un legado metodológico importante, unos resultados historiográficos positivos y duraderos que van a la cuenta favorable, de quien tuvo el mérito de elaborar pioneramente, ese denso trabajo de la Historia de la Alimentación en Venezuela, el profesor José Rafel Lovera, a quien tuve el honor de servir de auxiliar de investigación; como otros títulos muy bien conocidos y relativos al mismo asunto. Aquí está la robustez de este legado que tendrán que emplear los nuevos historiadores, al momento de encarar los retos para conocer la verdad de lo ocurrido con la cacareada “soberanía alimentaria” de la llamada revolución, que ha puesto a las puertas del cadalso, por así decir, la existencia de nuestra cultura culinaria en el entendido de la sabrosa, exquisita y muy variadas costumbres alimentarias y gustos gastronómicos en la ciudad de Caracas y toda Venezuela. Cuando escribo estas notas, me viene a la memoria la frase del Cardenal José Humberto Quintero, cuando sentenció: “Para apreciar la altura de una montaña, no hay modo más eficaz que subir a ella” El profesor José Rafael Lovera, fue hombre de las alturas: docente de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, de grata recordación de sus discípulos y colegas; Miembro de la Academia Nacional de la Historia, tras incorporarse con un sesudo discurso denominado La Política del Convite, donde exhibe esa pasión y agudeza para entender el pasado de la ciudad, a través del tema de la cultura culinaria. También fue el fundador de la Academia Nacional de Gastronomía y creador en 1984 del Centro de Estudios Gastronómicos (CEGA) junto con Armando Scannone y Ben Ami Fihman; desde sus inicios el CEGA cuenta con una inmensa e importante biblioteca, contentiva de libros y documentos especializados en la temática de estudio que fue donada por el profesor José Rafael Lovera. En 1988 fue merecedor del Premio Municipal de Literatura en su mención historia, por su trabajo de La Historia de la Alimentación en Venezuela. Del mismo modo, fue miembro correspondiente de las academias de España, Estados Unidos y Guatemala, así como vinculado a otras instituciones de estudio y debate de la historia de la alimentación. En una palabra, el profesor Lovera supo darle a la sazón de Paula Tovar, la cocinera de la familia que lo llevó al apasionante mundo de la culinaria, la debida academia para que perdurara en el recuerdo los estudios de la tradición del buen comer y beber en la ciudad. Sus trabajos más conocidos a parte de los ya mencionados, encontramos: Gastronauticas, ensayos sobre temas gastronómicos; Gastronomía Caribeña; Codazzi y la expedición corográfica; Antonio del Berrío, la obsesión por El Dorado; El Cacao en Venezuela. No se puede cerrar estos comentarios sin citar las palabras proferidas por el gran historiador latinoamericanista Ruggiero Romano, en torno a su opinión sobre el libro Gastronáuticas en una emotiva carta enviada al profesor Lovera: “Leí con gran interés sus páginas Gastronáuticas, me pareció un libro absolutamente magnifico. La cultura culinaria es abordada allí en todos sus aspectos, de tal manera que ya no se trata de un libro venezolano o americano sino de un todo global” Por el lado de Don Armando Scannone Tempone, están sus conocidos y exitosos libros de Mi Cocina, rojo, azul y amarillo; pero también se destacó escribiendo semanalmente artículos culinarios y hedonistas en el diario El Universal y la revista Pandora. Por muchos años fue el presidente de la Academia Nacional de Gastronomía y organizador de eventos culinarios en el extranjero en representación de Venezuela.

Al tener pues una idea sobre la inmensidad de la obra atribuida tanto a Lovera como Scannone, es que me atrevo a precisar que la labor que deberán asumir los jóvenes historiadores que tengan la valentía de continuar en el necesario estudio, les aconsejo emplear la agudeza critica que ya usó en profesor Lovera en sus trabajos de investigación, no para retratar la supuesta crueldad de la burguesía hacía las clases populares, como nos machacan a cada rato los historiadores del régimen, más interesados en discursos y propaganda política, sino en explicar cómo mientras la clase gobernante “revolucionaria” en medio de la horrenda crisis humanitaria que crearon, exhibe sin ningún disimulo o pudor, el grosero boato de sus excesos, degustando exóticas delicadeces de restaurantes lujosos en exclusivos o paradisíacos sitios de la ciudad, por no decir en Estambul, cuando todo un pueblo hambreado se encuentra a tan sólo un paso de perder sus costumbres alimentarias y memoria gustativa, de la que tanto nos explicó históricamente el profesor José Rafael Lovera e hizo posible reencontrarse con aquellos sabores de la criollidad, los didácticos libros de Don Armando Scannone, tras publicar sus afamados textos de Mi Cocina a la manera de Caracas (rojo y azul).

Cabe recordar para concluir estas notas, cuando un connotado político del llamado proceso, responsable de esta debacle, le decía con mucha insistencia al pueblo: “En la cuarta república, los niños de la ciudad comían perra harina porque sus padres no tenían los medios para adquirir los alimentos de un desayuno”. A parte de ser una infamia esas palabras contra la democracia, esa mentira le sirvió al régimen para sumar más adeptos a la “causa” al sentirse muchos de ellos indignados por aquella “revelación” sin que nadie de las clases populares, pudiera atestiguar la veracidad de aquella ocurrencia populista y demagógica.

Concluyo deseándoles a mis estimados lectores y especialmente a los apreciados caraqueños, que hayan pasado en familia una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo 2022. Abrazos a todos.

 

Guillermo Durand G. VI Cronista de la Ciudad.

Caracas, diciembre 17 de 2021.

 

Izq. Armando Scannone Der. Jose Rafael Lovera. Fuentes: Observador Latino y Tal Cual Digital

 

El drama de las calles de Caracas, la búsqueda del diario y vital alimento en la basura. Fuente: El Político.com
 

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FUENTES CONSULTADAS

Abadí M. Anabella. “Misión Alimentación. ¿beneficio social o herramienta de control político? Prodavinci. Caracas junio 06 de 2018.

Abadí M Anabella y García Carlos. “José Rafael Lovera y nuestra memoria histórica culinaria” Prodavinci. Caracas, enero 20 de 2018.

EL Cooperante. “Muere el historiador José Rafael Lovera especialista en gastronomía venezolana” Caracas, agosto 02 de 2021.

Durand González Guillermo. El Fogón y la leña en la Caracas colonial. En: clioencaracas.blogspot.com.

Lovera, José Rafael. Historia de la alimentación en Venezuela. Monte Ávila editores, 1988.

El Nacional. “Falleció José Rafael Lovera, historiador experto en gastronomía venezolana” Caracas, octubre 20 de 2021.

Quintero, José Humberto, Cardenal. Escrituras de Antier. Caracas. Ediciones de la Contraloría General, 1974.

Scannone Armando. Mi cocina. A la manera de Caracas. Caracas, Editorial Arte, 24 edición de bolsillo, 2012.

Veloz, Alberto. “José Rafael Lovera. El maestro y su legado”. El Estímulo. Caracas, octubre 21 de 2021.

Verenzuela, Sonia. José Rafael Lovera González. Venezuela e historia, figuras notables de Venezuela. venezuelaehistoria.blogspot.com.







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